Escribe: Cristhian Castillo Melgarejo, Dr. En Procesos Políticos y Sociales de América Latina.
Para las familias de nuestra región, la educación es una preocupación relevante, cada vez están mejor informadas de sus derechos y deberes, exigiendo la provisión de una educación de calidad e inclusiva en todas sus dimensiones. La alianza estratégica entre familia y escuela, provee un escenario enriquecedor del quehacer educacional.
La educación otorga un sin fin de caminos para lograr aprendizajes significativos. Hagan el siguiente ejercicio, piensen en un profesor/a que marcó su vida estudiantil o académica, develando una parte del conocimiento, pero con la mediación experta del maestro logra entender o reencantarse con un mundo científico desconocido, especial relevancia cobra entonces la entrega de los resultados Simce de los estudiantes de cuarto año, octavo año y segundo medio. Las variables medidas y evaluadas en las asignaturas examinadas el año 2017, complementadas con los cuestionarios para profesores, apoderados y estudiantes, ofrecen rica información para los establecimientos educacionales, sus equipos directivos, profesores, asistentes de la educación, dependientes de su administración.
Un ejercicio de análisis de estos resultados, permite a los centros educacionales mirarse y emitir juicios profesionales, tomando decisiones de prácticas pedagógicas efectivas y otras que han carecido de sistematicidad impactando tenuemente en el aprendizaje de los estudiantes.
En términos de ingreso económico familiar esta medición, clasifica en tres los grupos socioeconómicos: alto, medio, bajo. Las expectativas de los estudiantes, se relacionan al denominado efecto pigmalion, término acuñado por el psicólogo Alemán Robert Rosenthal, fenómeno asociado a la profecía autocumplida, basándose en las creencias y expectativas de los maestros, estas influyen directamente en el rendimiento de sus estudiantes. Lo preocupante entonces es la autoestima académica y motivación escolar, contemplados en los otros indicadores de calidad. Las expectativas de los alumnos de sectores económicos altos arrojan un 92% de confianza en lograr los aprendizajes declarados en curriculum nacional, el nivel de confianza cae a un 62% en los niveles económicos medios y bajos. No obstante, la Región de La Araucanía crece en Matemáticas y se estanca en Lenguaje y Ciencias. Este punto controversial, ofrece posibilidades de pasar a la acción de gestión educativa. En efecto ¿Qué vamos a hacer?
Propongo acciones concretas, la primera inyectar recursos a la Fundación AraucaníAprende, que con sus programas de rescate lector y matemático, han tenido impactos positivos en los estudiantes beneficiados con estas acciones de aprendizaje. Las autoridades regionales, en su compromiso con los indicadores educativos de todos los estudiantes, deben otorgar los recursos necesarios (aprox.600 millones) para activar esta exitosa iniciativa.
Segundo, mediante la adquisición de laboratorios móviles de ciencias y/o implementación de un laboratorio que facilite las habilidades consideradas en el método científico.
El liderazgo educativo, es fundamental para movilizar a los actores educativos a construir aprendizajes relevantes, para la vida en comunidades de aprendizaje. Los seres humanos somos gregarios, necesitamos interactuar en sociedad. Los estudiantes por otro lado, deben desarrollar sus habilidades en un ambiente de convivencia escolar sano, enseñando a resolver sus conflictos con diálogo, asumiendo la diferencia de opiniones, es una riqueza humana necesaria en tiempos frenéticos de trabajo, es deseable pensar ¿Qué educación, estamos construyendo? y ¿Qué sociedad regional tenemos?