Escribe: Patricio Ramirez, coordinador Observatorio Económico y Social Universidad de La Frontera.
De acuerdo a un informe del Observatorio Económico y Social de la Universidad de La Frontera (OES-UFRO), las exportaciones regionales en 2017 sumaron MMUS$ 570,6 anotando un incremento anual de 2,9%. Este aumento, si bien es moderado, es una buena señal ya que se rompió la tendencia negativa que traían las exportaciones los dos últimos años, donde en 2015 y 2016 anotaron variaciones de -6,3% y -11% respectivamente.
Las exportaciones de La Araucanía se concentran prácticamente en su totalidad en solo dos sectores: industria y silvoagropecuario. Para 2017, el 81,1% de las exportaciones correspondieron al sector industria; mientras que el 18,8% de los productos exportados pertenecieron al sector silvoagropecuario, el restante 0,1% correspondieron al sector pesca.
La principal exportación regional pertenece a la actividad forestal, donde en 2017 significó el 61% del total de lo exportado. La segunda actividad con mayor participación en 2017 fue alimentos (17,5%); seguida de la actividad de fruticultura (15,5%).
En una economía abierta, con alta integración comercial, el comercio exterior es una ventana al crecimiento que las regiones deben aprovechar mejor. Sin embargo, en La Araucanía se observa alta concentración de las exportaciones en la actividad forestal. La actividad forestal, especialmente la celulosa típicamente no genera un alto valor agregado ni tampoco un encadenamiento significativo con el empleo, se requiere incentivar otras actividades que permitan una canasta exportadora más diversificada. Al hacer un ejercicio y considerar solo las exportaciones “no forestales” de la región, en 2017 se habría registrado una caída de -0,3%, y en 2016 la caída hubiera sido de -21,6%.
Esta alta dependencia a la actividad forestal plantea el desafío de aumentar gradual y sostenidamente las exportaciones “no forestales”, de sectores que tienen potencial de crecimiento y mayor impacto en el empleo como fruticultura y muebles por ejemplo, e incentivar actividades que son aun incipientes como servicios.
Diversificar la canasta exportadora es necesario para disminuir los riesgos del exceso de dependencia a un determinado sector o actividad, y aunque no es fácil ni rápido alcanzarla, las cifras muestran que en la región se requieren de mayores esfuerzos para incorporar nuevas actividades (productos y servicios) a nuestra concentrada canasta exportadora. Lo que permitiría disminuir los riesgos y desarrollar actividades con mayor valor agregado e impacto en el crecimiento y empleo regional.