Se trata de un trabajo publicado en la revista Frontiers of Earth Science (con sede en Suiza), que ha logrado dilucidar el comportamiento excepcional del volcán Villarrica durante la erupción del 3 de marzo de 2015. Sus autores principales, Jorge Romero (5to año de Geología, U. de Atacama) y Franco Vera (Lic. Geología, U. de Concepción), estudiaron en compañía de científicos de alto renombre internacional, el material fragmentado – tefra – que se depositó al oriente del cráter durante la erupción, generando un mapa y estimando su masa y volumen.
El trabajo se centra en la “fuente de lava”, un fenómeno volcánico pocas veces registrado en el país.
Una fuente de lava es como una gran cortina de material semi-fundido, que se eleva a gran altura – cientos de metros- por sobre el cráter.
Son normales en volcanes como el Etna (Italia) o Kilahuea (Hawaii), pues emiten lavas muy fluidas, al igual que el Villarrica. En muy raras ocasiones pueden superar un kilómetro.
Según Jorge Romero “la erupción que observamos en el volcán Villarrica es excepcional, llegando a casi 1,5 kilómetros por sobre el cráter. El material fue arrojado muy rápido al exterior, acompañado por una nube eruptiva que alcanzó casi 11 kilómetros de altura, lo cual también es excepcional y quiere decir que esta lava venía acompañada de muchos gases, generando un evento muy explosivo.” Así mismo, aclara que descubrieron mediante análisis químicos de rocas anteriores y posteriores a la erupción, que lo del 3 de marzo fue posiblemente generado por un magma – roca fundida – que venía de mayor profundidad, muy cargado en gases. “Normalmente vemos el pozo de lava burbujeando. Esa roca fundida está, por decirlo así, estacionada al interior del volcán, pero sucede que eso fue interrumpido por este magma más profundo y caliente”. En la investigación se aclara que esas “gotas” de magma más caliente y profundo también podrían haber iniciado las erupciones de 1984-85 o en 1971, donde hubo fuentes de lava parecidas y también ríos de lava bajando por las laderas.
La erupción emitió 2,4 millones de metros cúbicos de rocas fragmentadas – escoria – lo cual es suficiente para llenar 3,7 veces la capacidad del Estado Nacional en Santiago. Pero es poco, comparado con el Calbuco o el Chaitén, ni siquiera el uno por ciento. Casi todas las fuentes de lava emiten cantidades parecidas de material, algunas duran por semanas o meses, pero en el Villarrica salió en apenas 16 minutos. Según Franco Vera, “si a eso le sumas que hay un enorme glaciar y poblaciones alrededor, puede ser una situación muy riesgosa. La lava viene a una temperatura cercana a los 1.000 grados Celsius y cubre gran parte de ese glaciar. Eso produce que el hielo y/o nieve se derrita y comience a fluir por las laderas, encausándose por valles y generando un aluvión o lahar. La erupción de 2015 fue en marzo, saliendo del verano, cuando el volcán tenía poca nieve y aunque se generaron pequeños lahares que destruyeron varios puentes, no hubo una tragedia como en 1964 o 1971”.
El volcán ahora está completamente tranquilo, no hay nada fuera de lo normal, dicen ambos. Sin embargo, los investigadores aclaran que “la gente que vive y trabaja en torno al volcán debe saber que el Villarrica puede ser muy violento a veces, aunque lo veamos tranquilo y apacible. En esas zonas vive mucha gente, hay mucha población flotante y también llega mucho turista extranjero que no tiene demasiado conocimiento de volcanes”. Por eso, destacan que es muy importante que la autoridad tome cartas en el asunto y considere estos puntos, ellos deben hacer que los planes de contingencia funcionen. Esperamos que este trabajo permita conocer mejor los peligros del volcán Villarrica para el futuro, permitiendo así anticiparnos a estos eventos y responder mejor, dice Romero.
Por Jorge Navarrete.