Llegó a Temuco hace algunos días para presentar su libro “El silencio de los malditos”, en la librería Qué Leo.
Recorrió caminando diversas calles y espontáneamente los transeúntes se le acercaban para saludarlo, expresarle su estima y reiteradamente, pedirle que regrese a la televisión.
Tanto así, que al momento de la presentación de su libro en el centro de Temuco, no fueron pocas las personas que lo esperaron a la salida no solo para solicitar que firmara sus ejemplares de la obra, sino también para pedir su consejo y hasta contarle experiencias de haber iniciado estudios universitarios, como Derecho o Psicología, motivados por ser fervientes seguidores del programa y manifestarle que se cautivaron con los procesos -humanos y judiciales- que rodean a quienes enfrentan problemas con la justicia, dándose el tiempo para escuchar con suma atención y amabilidad a todo quien se le acercaba y respondiendo cálidamente una a una sus inquietudes, denotando una gran sencillez y humildad a cada manifestación de aprecio que recibía.
Este realizador de voz pausada y profunda, dijo haber conocido tan de cerca el mundo carcelario que sin ningún tapujo confiesa que su gran miedo en la vida no es morir, sino llegar a la cárcel.
Así fue el paso de Carlos Pinto por la capital de La Araucanía, donde inevitablemente todas las peticiones de público convergieron en instar a que regrese “Mea Culpa”, pero también el periodista saboreó el cariño de los televidentes, cosa no muy común hoy en día con los periodistas, que muchas veces sufren de los embates de las críticas a través del anonimato de las redes sociales.
– ¿Cómo un periodista que ha hecho programas tan exitosos en televisión termina escribiendo un libro?
– Es que no he terminado. Escribo por una situación que se me da en este rato y probablemente haga otros más, pero no he terminado. Sigo haciendo cosas y tiene que ver con mi capacidad creativa y de entender que veo desde este ángulo.
– ¿Entonces esto no significa un abandono de la televisión?
– No, para nada. De hecho estoy en conversaciones para ver si hay algún programa que no me quite el tiempo que necesito, pero no he abandonado la televisión y nunca la he denostado porque todo lo que conseguí desde algún ángulo se lo debo a la televisión. No la puedo mirar con desdén y me ha permitido hacer todo lo que hago, incluso llevar a cabo mis anhelos más importantes como hacer cine, ahora escribir y seguiré haciéndolo a medida que me lo ofrezcan.
– ¿Cómo explicamos que si Mea Culpa es visto por numerosas personas a través de YouTube, la gente continuamente se le acerca para pedir que regrese el programa y hasta existe un movimiento por redes sociales que clama para que retorne a la pantalla chica, ningún canal de televisión haya continuado con la fórmula del éxito que tuvo?
– Creo que se ha demorado, pero están recapacitando y me han llamado a reuniones para ver qué hacer con eso. Creo que si las conversaciones terminan bien sí (regresa). Hoy el mundo es distinto a como yo lo hacía desde el punto de vista económico, entonces debe haber mucha condescendencia de mi parte para darle vida al programa, lo más probable es que ceda en muchas cosas, especialmente en la parte económica. Es un programa difícil de hacer, siempre lo he dicho, pero también tengo mucha lealtad con Mea Culpa, porque subrayó mi trabajo más que ninguno y creo poder hacer un esfuerzo para no poner obstáculos y ver nacer de nuevo esta producción con nuevos bríos.
– ¿Sería con un formato similar al original?
– Debiera ser exactamente igual, con todo el modernismo que existe hoy en día. Ahora hay cámaras 4k, es como hacerlo en cine, por lo tanto el cambio ya está hecho naturalmente.
– ¿Cómo era el backstage de Mea Culpa? ¿Cada capítulo se grababa en forma lineal, vale decir, una historia con actores primero y la entrevista al condenado al final?
– No, eso tiene que ser antes, porque se perdería mucho dinero. Había que elegir la historia, suponer que la haría pero no hacerla porque puede que ellos se arrepientan. Primero había que conquistarlos y luego que mantengan su palabra, porque a veces ellos quieren pero sus familiares no y cuando hay visitas de por medio… todo puede cambiar.
– ¿Cuánto demoraba el proceso de hacer cada capítulo?
– Por lo menos cuatro o cinco meses, solo en la producción de hacer las entrevistas. Después el programa tiene una carta Gantt, pero antes de eso, y aun queriendo, nunca sabemos si las personas quieren o no quieren y si quieren, podrían no ser confiables.
– Con Mea Culpa estuvieron varias veces grabando en La Araucanía. Hay casos que para la comunidad en general estaban prácticamente olvidados o derechamente no eran conocidos masivamente, menos en Santiago, ya que en la época en que ocurrieron no se daban a conocer a nivel nacional estos hechos con la rapidez de las tecnologías de hoy. Por ejemplo, el caso de una trabajadora de Angol que envenenó a varios alumnos de una escuela ¿Cómo lograban ustedes, estando en Santiago, tomar conocimiento de casos antiguos y con una mínima o ninguna difusión a nivel nacional, y más aún sin contar en esa época con medios electrónicos como hoy?
– Lo que pasa es que dentro de las vivencias de la cárcel, el contactarse con la gente, yo iba a entrevistar a Juanito, pero venía Pedrito y me saludaba, yo le decía ¿qué haces aquí? , yo captaba que ahí había otra historia; entonces Pedrito me decía, es que yo estoy por lo de Angol y allá me querían matar -estoy inventando- pero esa era la dinámica. En el fondo, iba por una historia entrevistar a uno, pero dentro de la cárcel me conversaban 10 personas y ahí detectábamos otra, entonces yo les decía “que buena tu historia” y así los convencía, y una historia que pasó muy piola en la prensa, lográbamos desnudarla y nuestro alimento para encontrarla era el conversar con personas dentro de la cárcel.
– ¿Cuánto tiempo se trasladaban a una comuna para grabar un capítulo?
– Grabábamos durante seis días, sí o sí. En seis días teníamos que estar listos.
– ¿Debían enviar una “avanzada” con un productor antes que llegara el equipo a grabar?
– No, y los extras los conseguíamos acá mismo, durante. Y los actores los traíamos desde Santiago. Es decir, venía toda la producción y se instalaba acá y nos cooperaba la gente que quería actuar y lo hacía gratis y nosotros lo aceptábamos.
– ¿Siempre demoraban seis días en grabar un capítulo?
– Sí o sí. No pasaba un día más que eso, porque era contra el presupuesto. Había presupuesto para seis días de hotel, para que coman todos, etcétera. De tal manera que había que hacer las tareas dentro del plazo, todo el tiempo y así recorrimos Chile, casi todas las cárceles del país supieron de nuestro paso.
– Hubo casos muy impactantes que se abordaron en La Araucanía, como el de un crimen en Lautaro por motivos de fanatismo religioso, otros en Angol, Loncoche, Temuco y quizás el más conocido fue el del “Chacal de Purén”…
– Sí. Ahora que me lo dices, recuerdo particularmente un caso que grabamos aquí (Temuco) con mucha leña, mucho humo y todo eso. La señora que nos arrendó la casa era mayor, con hijos grandes, y vivía sola con su empleada, la que se iba temprano. Cuando la señora veía las grabaciones, le comentó al productor que pensaba que nosotros grabábamos el delito el mismo día en que ocurrían los hechos… ella se imaginaba que cuando yo aparecía, era una especie de Superman, era porque en ese momento estaba ocurriendo el hecho, y se sorprendió mucho al saber que las historias eran recreadas. Al ver que todo era grabado, nos dijo: “esto no era como yo pensaba” y esa cosa muy ingenua, muy infantil que tenía ella, me gusta, porque creía todo. Esto fue acá en Temuco, grabando el caso de una mamá que mató a sus hijos. De hecho a Temuco vinimos como dos veces a grabar.
– ¿Hay algún caso de La Araucanía que lo haya marcado en particular?
– Ese caso (del crimen de los niños) fue uno de ellos. Pero creo que todos los casos tienen su particularidad. Cada vez que decidíamos grabar uno, era porque había una aceptación implícita de que el caso era “muy bueno”.
– ¿Cuántos capítulos grabaron en toda la historia de Mea Culpa?
– Son 12 por temporada… cerca de 200 capítulos. Son tantos que por eso la gente los ve hoy, yo mismo los veo en el matinal y me quedo pegado mirando, porque no recuerdo en qué termina una historia que yo mismo escribí e hice, ni quién actuaba, entonces los veo como si fueran nuevos.
– ¿Cuándo fue la última vez que grabaron un capítulo?
– Fue hace alrededor de siete años cuando hicimos la última temporada y por eso si hoy volvemos, la “pesca” será más prodigiosa si buscamos casos, porque ahí están y hoy existe mayor facilidad para dar con ellos.
– Hoy es común que los periodistas sean criticados y a veces hasta denostados por su trabajo, especialmente a través de las redes sociales. Sin embargo en la comunicación que tuvo con el público de Temuco, vimos que todo fueron saludos, muestras de cariño y respeto hacia su persona, la gente le hizo sentir que hay mucha estima hacia el periodista Carlos Pinto por su trabajo profesional y más de alguien le hizo ver que los capítulos fueron hasta una instancia “educativa” para conversar y discutir en familia sobre las razones que llevaban a una persona a cometer un crimen ¿Cómo se explica ese tono de cariño en que las personas se le acercan, a pesar de abordar temas tan “oscuros”?
– Es que yo hago temas carcelarios pero no voy a juzgar al reo, ni a recriminarlo o recondenarlo nuevamente. Yo voy a hablar con un ser humano que tuvo un traspié terrible en esta vida. A mí no me interesa cómo mata, a pesar de que cuento cómo lo hace, sino que me interesa ver cómo un individuo, aparentemente muy igual a uno, pudo llegar a eso. Ahí está la gran enseñanza, en comprender qué lo llevó, como decía mi abuelita, en que en el fondo todos somos buenos, entonces yo voy a una entrevista humana y muchas veces fui castigado por eso. Sufrí intentos de castigo por algunos que decían que yo reivindicaba a los presos y no, yo reivindico al ser humano que hay en cada persona y no al maldito que está ahí. El libro también habla de eso, que la gente se encariña con las personas, se encariñan con uno y no saben lo malo que puede ser, porque esa maldad sucede en algún instante y por algo, entonces nosotros buscamos el “por algo” pero buscamos al ser humano por sobre todas las cosas, entonces los reos no van a que yo los condene ni a que los libere, sino que expresan probablemente las estúpidas razones que los llevaron ahí porque hoy les duele el encierro, entonces yo me identifico con ellos y digo, claro, de pronto uno está enamorado y ve a su mujer con otro, toma un palo o un cuchillo, va, lo mata y después dice, “pero qué estúpido lo que hice, si esto ya no iba a ser nunca más, si ella hoy a lo mejor ella está libre, el amante muerto y yo en la cárcel ¿que gané de todo esto?, no vale la pena”.
– Usted comentó en su encuentro con las personas que vinieron al lanzamiento de su libro, que su gran miedo en esta vida es terminar en la cárcel ¿por qué?
– Porque yo sé cómo es. Si yo dijera “no, aquí se pasa bien”, pero no, es ahí donde yo no quisiera estar y este entre comillas “temor” uno se lo traspasa a la gente, para que diga “no, no quiero estar en la cárcel”, entonces hoy si pilla a su mujer con otro diga, bueno, súfrelo, porque la mujer o el hombre te dejó, súfrelo, pero hazlo en libertad, no preso, porque eso es un doble sufrimiento.