Un artículo publicado por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias del Ministerio de Agricultura (Odepa) e investigado por Pilar Eguillor Recabarren, profesional del Departamento de análisis de mercado y política sectorial, tiene el llamativo título de “Pérdida y desperdicio de alimentos en el sector agrícola: avances y desafíos. Febrero de 2019”
En dicho artículo, se explica que Chile, junto a economías de todos los continentes, trabaja en la prevención y reducción de las pérdidas y desperdicios de alimentos (PDA), de acuerdo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Cabe destacar que los países de América Latina y el Caribe asumen específicamente el compromiso de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores. Junto con reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.
En Chile, se desconoce la situación real y actual de las pérdidas y desperdicios de alimentos que ocurre en los distintos eslabones de las cadenas de alimentos (producción, almacenamiento, elaboración, distribución, comercialización), tanto para productos vegetales como pecuarios. Según explica Pilar Eguillor Recabarren, se está trabajando para recabar información sobre la cantidad de alimentos que se pierden y/o desperdician y sus causas. Las principales dificultades que se presentan a la hora de recabar información son, por una parte, a nivel de campo los productores no llevan registros para contabilizar sus pérdidas y por otra, en la etapa de la comercialización, no existe información disponible sobre el desperdicio de alimentos.
NORMAS E INSTITUCIONALIDAD
Se está trabajando en el tema normativo con el fin de dictar leyes, normas, reglamentos y decretos que ofrezcan incentivos a los productores y empresas para prevenir y reducir las PDA. Por último, y no menos importante, se están llevando a cabo acciones y actividades de difusión y sensibilización sobre el tema.
En cuanto a la institucionalidad, se encuentra funcionando el Comité Nacional para la Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos, presidido por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), y conformado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia), la Agencia Chilena para la Inocuidad de Alimentos (Achipia), el Ministerio del Medio Ambiente, la Universidad de Santiago de Chile, la Red de Alimentos y Cadenas de Valor Sustentables. La conformación del Comité responde al llamado de la FAO para que los países formen instancias de participación para prevenir y reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos, con el compromiso y aporte de los actores públicos y privados.
También se encuentra funcionando, por parte de la de la Iniciativa de Fomento Integrada (IFI) de Impacto Estratégico de la Corporación de Fomento de la Producción del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo (CORFO), el Programa “Cero Pérdida de Materia Prima en la Industria Alimentaria” Se trata de un programa público-privado que busca lograr la coordinación y articulación de los actores involucrados en la cadena de valor de la agroindustria, desde la recolección de las materias primas hasta su recepción en planta, y toda la cadena logística para sincronizar ambos eventos con el fin de aprovechar las oportunidades de recuperación de materia prima, con vistas a evitar pérdidas e incorporar innovación a los procesos.
Además, se encuentra funcionando el Proyecto “Medición y manejo de las pérdidas de frutas y vegetales en la etapa de producción a nivel nacional en Chile”, gestionado entre Cadenas de Valor Sustentables, USACH, FAO Chile, ODEPA y financiado por el Fondo para Sistemas Alimentarios Sustentables del programa One Planet de Naciones Unidas. También funciona la Consultoría “Insumos para el reporte dela agenda 2030 en materia de indicadores”, de la Subsecretaría del Ministerio de Medio Ambiente.
En Chile, las principales iniciativas normativas, desarrolladas y en desarrollo, que tienen como objetivo evitar y disminuir las PDA son, por parte del Servicio de Impuestos Internos, la Circular N° 54 del año 2009 y la Resolución Exenta N° 59 que permite eximir de impuestos, de la misma forma que permite a las empresas que destruyen los alimentos no comercializables, a las empresas que donen alimentos no comercializables a instituciones sin fines de lucro.
Además, está la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). El año 2016, en el marco de la aprobación de la Ley N° 20.920 “Marco para la Gestión de Residuos, Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje”, se incorpora en su artículo 4° una disposición que otorga competencias al Ministerio de Medio Ambiente para “desarrollar mecanismos para prevenir la generación de residuos, incluyendo medidas para evitar que productos aptos para el uso o consumo humano, según lo determine el decreto supremo respectivo, se conviertan en residuos”.
DESPERDICIOS
La “pérdida de alimentos” se refiere a la disminución de alimentos aptos para el consumo humano que se produce en las etapas de producción, postcosecha, almacenamiento o procesamiento, mientras que el “desperdicio de alimentos” se refiere a la disminución de productos que ocurre al final de la cadena alimentaria en las etapas de comercialización y consumo, es decir, con el comportamiento de los vendedores y consumidores.
Se calcula que cada año, cerca de 1.300 millones de toneladas de alimentos aptos para el consumo humano, lo que equivale aproximadamente a un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo, se pierden o se desperdician. Este hecho contrasta con el déficit alimentario global, el cual en 2015 alcanzó a 795 millones de personas subalimentadas en el mundo. Estas estimaciones dan cuenta, además, del problema ético que conlleva el que millones de personas padezcan de hambre, a causa de un uso ineficiente de los recursos.
Como lo expone Pilar Eguillor en el artículo, las pérdidas y desperdicios pueden ser intencionales o accidentales, sin embargo, ambas llevan a una menor disponibilidad de alimentos para el consumo humano. Entre las causas que originan estas pérdidas y desperdicios se encuentran problemas que se presentan durante la cosecha, recolección, almacenamiento, embalaje, transformación y transporte de los alimentos, los mecanismos de comercialización y mercado, la falta de coordinación entre la oferta y demanda, reglas de etiquetado y caducidad o vencimiento inadecuadas, bajos precios de compra, compras inadecuadas, así como a marcos institucionales y legales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, más conocida como FAO (por sus siglas en inglés: Food and Agriculture Organization) estima que el 6% de las PDA que se da en América Latina y el Caribe, corresponde a unos 127 millones de toneladas de alimentos aptos para el consumo humano al año. Además, FAO estima que, con la pérdida de alimentos a nivel de venta en supermercados, ferias libres, almacenes y puestos de venta, se podría alimentar a más de 300 millones de personas, equivalente al 64% de quienes sufren hambre en esta región. Las pérdidas y desperdicios de alimentos no ocurren de igual manera en los países.
El desperdicio de alimentos en los países industrializados supera el 50%, alcanzando en América del Norte y Oceanía 68%, en Europa 60% y en Asia industrializada 58%, en donde en la mayoría de los casos este es provocado por minoristas y consumidores, desperdiciándose grandes cantidades de alimentos comestibles. En los países en desarrollo en cambio, son más frecuente las pérdidas, las que ocurren en las etapas de producción, el manejo y el almacenamiento, donde en América Latina éstas alcanzan 50%, en Asia Meridional y sudoriental 69% y en África del sur del Sahara 75%.
Las pérdidas de alimentos en la etapa de la producción se pueden deber, entre otras causas, a: Daños por plagas y enfermedades; Productos que no son cosechados al no cumplir con los estándares de calidad exigidos por el mercado (tamaño muy pequeño o muy grande, manchas, formas irregulares); Cosecha incompleta por falta de mano de obra para la recolección o por altos costos de cosecha comparado con los ingresos posibles de generar en la venta de los productos; Daños mecánicos al producto durante la cosecha (trilla de cereales, recolección de fruta, cosecha de hortalizas); Volúmenes de producción que exceden la demanda; Contaminación (biológica o química) del producto que generará pérdida de inocuidad.
También se informó que las pérdidas de alimentos durante el procesamiento se pueden deber, entre otras causas, a: Deterioro durante la manipulación, ya sea manual o mecánica, para la producción de jugos, mermeladas, conservas, congelados o deshidratados; Descarte de productos considerados no aptos para el procesamiento durante las etapas de lavado, pelado, troceado, deshidratado, congelado y cocción, ya sea por calibre, color o forma; Deterioro debido a la interrupción de los procesos de procesamiento (cortes de electricidad, agua); Descarte de productos debido a contaminación cruzada.
IDENTIFICACION
La identificación y medición de las pérdidas de alimentos es la base para su prevención y disminución. Con esta información, se pueden identificar acciones efectivas para prevenir y disminuir las pérdidas de alimentos. A continuación, se entregan algunas recomendaciones en relación con factores de éxito y buenas prácticas para abordar las pérdidas de alimentos: Diálogo sostenido entre compradores y productores; Coordinación y asociatividad para el suministro de productos al mercado; Provisión de servicios financieros para evitar la recolección prematura; Innovación para un aumento del valor; Cumplimiento de normas alimentarias; Prevención de pérdidas en la etapa de postcosecha; Fomento y apoyo a la inversión en infraestructura y transporte.
Para la prevención de pérdidas en las etapas de almacenaje y procesamiento, se recomienda mejorar las instalaciones de almacenaje, infraestructuras y cadenas de frío. Además, para la prevención de desperdicios en la etapa de comercialización, se recomienda gestionar la revisión de los estándares de calidad, junto con desarrollar circuitos cortos de comercialización y también desarrollar nuevos mercados para productos que no cumplen los estándares convencionales.