Al son del grito del trillador, las yeguas salieron al ruedo para correr a rienda suelta en torno a ésta y dar inicio así a la jornada de trilla que el pasado sábado evocó la tradición que en diversos rincones de la Cordillera de Nahuelbuta, todavía sigue viva.
Se trata de la forma antigua y muy particular en la que se culminaba el proceso de cosecha del trigo: la trilla a yegua suelta, a través de la cual los equinos pisotean las gavillas del cereal para separar la paja del grano.
El espectáculo campestre contó con la participación de cientos de personas que se dieron cita en el centro de eventos Los Robles de Vegas Blancas donde la agrupación social y cultural Corazón Cordillerano, con Alejandra Cuevas al frente, se encargaron de la organización de esta que ha sido la primera trilla que se realiza en el sector desde hace mucho tiempo.
Los jinetes y trilladores acudieron desde diversos sectores de la cordillera, como Lomas del Toro y Pichipehuen, Carrizal y Chanleo, entre otros.
DESAYUNO A LA ANTIGUA
A media mañana los manteles se tendieron en el suelo, sobre la tierra, al pie de la era. Allí, las mujeres de dispusieron el desayuno para que los trilladores y horqueteros lo disfrutaran y así continuar con fuerzas para la jornada.
El menú fue el tradicional para la faena: pajaritos con queso y miel, acompañados de mistela, un licor dulce amarillento a base de aguardiente y palo de culén que ayuda a amenizar la labor de los campesinos.
Para reproducir al pie de la letra la tradición, las cocineras prepararon el almuerzo tradicional de la trilla.
La entrada estuvo compuesta por un salpicón que incluyó papas y huevos cocidos, carne picada, porotos verdes, cebolla, zanahoria, tomate amarillo y perejil, aderezado con los secretos de la casa. El plato principal: una nutritiva sopa de porotos verdes y carne sazonada con tomillo fresco del campo, y para el final, mote con miel pura de la zona.
Ya al final de la tarde, se llevó a cabo un acto de reconocimiento tanto a trilladores como a horqueteros, por el esfuerzo realizado para mantener viva esta tradición. Entre aquellos destacaron Clemente Veloso Díaz, Nicolás Velásquez, Héctor Burdiles y Horacio Burdiles, quienes aún siguen practicando la trilla a yegua suelta al margen de la tecnología con la que hoy se cuenta para facilitar este trabajo.