Un trabajo integral de restauración y limpieza, se efectuó a las esculturas de mármol ubicadas en las cuatro esquinas de la pileta de la plaza Las Siete Fundaciones de Angol, y que son un ícono de esa comuna a nivel nacional e internacional.
El trabajo se hizo en días recientes a solicitud del alcalde subrogante, José Luis Bustamante, quien acudió a constatar en terreno los avances.
La intervención de estas esculturas estuvo a cargo del restaurador y escultor Iginio Gutiérrez, proveniente de Concepción.
Tal y como lo señala el sitio oficial del Consejo Nacional de Monumentos, “en 1912, la plaza adquirió su diseño actual y en una remodelación del año 1942 se le añadieron nuevos ornamentos, entre los que destacó un espejo de agua rectangular, rodeado de cuatro esculturas de mármol blanco que representan los continentes de Asia, África, Europa y América. Las esculturas fueron realizadas en 1892 por el chileno Virginio Arias, quien cursó estudios en París y llegó a ser director de la Academia de Bellas Artes en 1900. Originalmente, estas piezas pertenecieron a don Amadeo Martínez quien las encargó a Arias para decorar los jardines de su residencia. Tras su muerte, la descendencia de Martínez vendió las esculturas, siendo estas ubicadas en la Plaza de Armas de Angol. El espejo de agua y las cuatro esculturas de Virginio Arias, fueron declarados Monumento Histórico en 1986, por su perfecta composición, su calidad y su valor patrimonial”.
El restaurador explicó que se hizo la reposición del brazo y de algunas partes perdidas de la escultura denominada África.
“El asunto es que había que reponer ese brazo y reconstruir unas pequeñas partes que desaparecieron; el trabajo consistió en cambiar los sistemas de anclaje del brazo porque estos ya tenían restauraciones antiguas, y tenía anclajes muy pequeños, por lo tanto cedieron, y eso se cambió por espigas de acero inoxidable con pegamento más fuerte”, explicó.
Asimismo, acotó que se hizo una limpieza general a las cuatro esculturas, al tiempo que indicó la necesidad de hacer este tipo de mantenciones al menos una o dos veces por año, requiriéndose una segunda fase de la limpieza para terminar de quitar los restos de suciedad y barniz.
Del mismo modo, el restaurador sugirió proteger las esculturas con algún mecanismo que impida que las personas puedan acceder directamente a ellas para evitar que sufran otro tipo de daños.