Desde hace 61 años no existen toromiros en Rapa Nui. La colonización polinésica, la introducción de especies invasoras y su corta indiscriminada dejaron un solo ejemplar de la especie al interior del volcán Rano Kau.
Aunque este árbol fue cortado y sacado de la isla en 1960, seis de sus descendientes, crecidos fuera de Rapa Nui a partir de las semillas que ese último árbol dejó, llegaron a manos de CMPC en 2006 y ahora el objetivo es devolver la especie a su lugar de origen.
Junto con ser una especie que no crece de forma natural en otro lugar del planeta, el Toromiro cobra relevancia debido a que es un árbol con un especial valor cultural, económico y religioso para la isla, pues, antes de su extinción, las personas de Rapa Nui elaboraban artefactos de uso cotidiano con su madera.
Pero para lograr que el árbol vuelva a crecer en la isla, durante este año se planea llevar 200 plantas de Toromiro, trasladar los germinantes a Rapa Nui, “engordar” las plantas en un vivero de Conaf, preparar el sitio y plantar una hectárea de la especie para que sus flores amarillas vuelvan a ser parte del paisaje de la isla.
El gerente de Tecnología y Planificación de CMPC, Jean Pierre Lasserre, explica que “entre 2008 y 2011, la empresa logró reproducir el árbol y se pudo masificar el Toromiro por la técnica del injerto”. Como la reproducción de la especie fue exitosa se firmó un convenio de cooperación entre CMPC y Conaf, y se estableció un huerto de Toromiro en la Reserva Nacional Lago Peñuelas, en donde hoy se conservan 170 ejemplares.
Aunque se pudo hacer crecer con éxito algunos ejemplares de la especie en Chile continental, aún quedaba una meta pendiente: devolver el árbol a Rapa Nui, la tierra que lo perdió en 1960. “Con ese objetivo en mente, CMPC inició hace más de una década trabajos conducentes a la reintroducción de Toromiro en la isla, porque sabemos que la especie tiene un alto valor cultural, económico y religioso para la comunidad pascuense”, sostiene Lasserre.
En tanto, la viverista de Conaf, Estefany Paté, quien trabaja en el proyecto en Rapa Nui desde hace cuatro años, afirma que a las personas de la isla les gustaría estar rodeadas de toromiros, por lo que ven con esperanza la iniciativa. “La gente en general no entiende por qué el Toromiro no es abundante acá en la isla, por qué las plantas invasoras siguen creciendo y el Toromiro cada vez se va muriendo más”, comenta Paté.
Con el objetivo de que el árbol vuelva a crecer en la isla, en la actualidad CMPC apoya la investigación de su reintroducción, con el respaldo de instituciones como la Universidad de Concepción y el equipo de viveristas de Conaf, liderado por Omar Durán, además del apoyo de investigadores de las universidades de Lincoln, de Nueza Zelandia, y Murdoch, de Australia.
Durante la década pasada, se intentó plantar Toromiro en Rapa Nui. Sin embargo, no se logró mantener con vida a los ejemplares. Existe la hipótesis de que, durante los años de ausencia del Toromiro en la isla, se perdieron del suelo las bacterias que ayudaban en la absorción de nutrientes necesarios para su crecimiento.
La docente e investigadora de la Universidad de Concepción, Macarena Gerding, explica: “Cuando no está la planta por mucho tiempo en un ambiente, las bacterias empiezan a desaparecer en el suelo, porque la bacteria igual necesita a la planta para vivir, no es una bacteria que la encontremos en todas partes”.
A través de este proyecto, los investigadores pretenden encontrar las mejores cepas de la bacteria que se asocien con las plantas. Gerding cuenta que han encontrado 25 cepas apropiadas para el Toromiro, y con ellas han hecho ensayos que permitieron seleccionar algunas que logran establecerse en la raíz del árbol, lo que les ha permitido hacer crecer toromiros en los viveros de Conaf de Rapa Nui desde hace dos años. “Se ve la diferencia entre el efecto de las distintas bacterias”, detalla.
Estefany Paté cuenta que tener el árbol de cerca ha sido una experiencia novedosa, que le ha permitido conocer nuevos aspectos de su cultura. “Éramos nuevos en este ámbito y no conocíamos mucho de una especie que era nuestra, que tiene un valor histórico súper importante, el cual no estábamos aprovechando”, afirma.
De forma paralela a los trabajos para encontrar cepas apropiadas, el laboratorio de CMPC –ubicado en Los Ángeles en la región del Biobío- está investigando el desarrollo de protocolos de rescate de embriones y de masificación de germoplasma, una técnica que permite conservar y reproducir plantas a partir de pequeña cantidad de tejido embrionario.
“Con estos buscamos lograr tener más opciones para reproducir y multiplicar el escaso material genético disponible de Toromiro. Es decir, contaríamos con mayores herramientas para asegurar la sustentabilidad de esta emblemática especie”, concluye Jean Pierre Lasserre.