La escasez de agua, producida aparentemente por el cambio climático, es un tema preocupante a nivel país y de nuestra región.
De manera particular en sectores rurales, donde la producción agrícola se enfrenta a serias dificultades y busca soluciones concretas. La crisis hídrica vino para quedarse y es importante hacer inversiones definitivas para mitigar el problema.
Una herramienta que puede ayudar a paliar dicha necesidad en la pequeña agricultura es la colecta o cosecha de aguas lluvia. Se trata de una alternativa de abastecimiento hídrico, basado en la captación, almacenamiento y aprovechamiento de las precipitaciones pluviales (agua de lluvia) para el consumo cotidiano, ya sea humano o en la agricultura y ganadería. Una tecnología que no ha sido bien aprovechada en todo su potencial.
En estos casos, y de acuerdo con la experiencia de Inia, la captación de agua de lluvia puede ser una solución efectiva y económica para la agricultura del sur, además que contribuiría a la sustentabilidad hídrica. Ofrece el lujo de “agua sin caminar”, aliviando la tarea de acarrear agua, en especial para mujeres y niños en zonas rurales.
El interés de pequeños productores de conocer la experiencia de la agricultora Luz Quilacan, del sector Reserva Rain en Pitrufquén, llevó a profesionales de Inia a realizar un taller presencial sobre mantención y operación de la colecta de aguas lluvia, evaluación de descarga y humedad de suelo de hortalizas en invernadero.
La actividad forma parte del programa Gore- Inia Faja Maisan “Fortalecimiento de la gestión hídrica intrapredial para los principales sistemas agropecuarios del área de influencia Canal Faja Maisan y sus alrededores» (Gesh-Fam)”, cuyo objetivo es optimizar el agua de riego y aumentar la productividad predial. Lo anterior, pensando en la calidad de vida de los agricultores de los sectores del territorio involucrado, cuyo sustento se encuentra en 4 ejes estratégicos: gestión hídrica, cambio climático, agricultura sustentable y transferencia tecnológica.
Fue el investigador Rafael López-Olivari y su equipo, quienes dirigieron el taller, destacando que un buen mantenimiento y operación del sistema de colecta de aguas lluvia, permitiría implementar hortalizas bajo un sistema sustentable para consumo y/o comercial, mejorando las expectativas económicas y sociales de la pequeña agricultura del territorio. Además, al incorporar herramientas y fundamentos prácticos de gestión hídrica permitirían independizar al agricultor y que ellos mismos puedan monitorear la humedad de suelo en el invernadero y programar el riego de una manera práctica y sencilla. Además, ellos aprendieron a realizar evaluaciones de descarga de la cinta de riego, con el objetivo de determinar los volúmenes reales que se están aplicando a las hortalizas, evitando usar el volumen nominal (de fábrica).
“El módulo demostrativo de cosecha de aguas lluvia que hoy estamos mostrando tiene como objetivo el autoconsumo de hortalizas frescas. Es una técnica que permite capturar o desviar la precipitación de agua caída a un área determinada, para ser utilizada en el riego de cultivos bajo invernaderos. Es un ahorro de agua, gratis para el agricultor y con múltiples beneficios”, puntualizó López-Olivari.
ACERCA DE INIA
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la sociedad, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.