En relación a las posibilidades para la agricultura regenerativa en Chile, hay una investigación científica donde se señala que la agricultura en nuestro país es la segunda actividad económica primaria más relevante después de la minería, contribuyendo con el 7,3% del PIB (Producto Interno Bruto), en la que la producción de frutas, hortalizas, trigo, leche, carne y vino son las más importantes, según datos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, actualizados al 2017. Una alta proporción del área agrícola chilena está dominada por monocultivos que tienen un profundo impacto en el medio ambiente y la salud humana. Esto podría denominarse “agricultura de consumo” y hay que tener presente que la agricultura regenerativa podría aumentar la disponibilidad de agua en los suelos al mejorar la biodiversidad funcional, como se demostró en diferentes partes del mundo donde se ha promovido la biodiversidad.
La agricultura regenerativa puede reducir la necesidad del uso de pesticidas en el control de plagas mediante la adición de vegetación no cultivada, como plantas con flores que brindan refugio, néctar, fuentes alternativas de alimentos para enemigos naturales y polen. Por otra parte, la producción pecuaria industrializada de cerdos y aves en la zona central de Chile, principalmente en la Región de O’Higgins, es actualmente cuestionada por organismos ambientalistas, municipalidades y ciudadanía, especialmente al considerar aspectos del bienestar humano relacionados con olores desagradables, incluso la escasez de agua para consumo humano y riego.
Al mejorar la biodiversidad funcional de los pastos, la agricultura regenerativa puede aumentar la resistencia de los pastos a los cambios climáticos, como la sequía, y proporcionar múltiples servicios ecosistémicos, lo que a su vez puede mejorar el bienestar animal y humano. Sin embargo, dicha implementación requiere una comprensión de la dinámica ecológica y los posibles perjuicios al ecosistema que podría tener cualquier gestión agrícola. Por lo tanto, la falta de adopción generalizada de técnicas agrícolas basadas en la biodiversidad en Chile y en otros lugares probablemente esté relacionada con la falta de protocolos ecológicos que los agricultores puedan aplicar fácilmente.
Por lo tanto, uno de los impedimentos que afecta la creación de estos protocolos es que el conocimiento científico probado localmente que los agricultores pueden aplicar fácilmente generalmente no está disponible.
INDUSTRIA DEL VINO
Siendo la agroindustria del vino una de las más importantes en la zona central de Chile, cabe preguntarse que se puede hacer, desde sus múltiples posibilidades de gestión, hacia una agricultura sustentable. Y esto es sólo parte de un continuo debate.
Ebba Engstrom , investigadora posgraduada del Science and Solutions for a Changing Planet Doctoral Training Partnership , explica en éste sentido que, debido a que “la industria del vino tiene como objetivo reducir sus impactos socioambientales y desarrollar sistemas vitivinícolas regenerativos, es importante que se establezcan las mejores prácticas para diferentes contextos de producción. Esto no solo ayudará a garantizar los mejores resultados, sino que también mostrará la flexibilidad en los tipos y combinaciones de prácticas que puede ofrecer la viticultura regenerativa. Y al hacerlo, esto podría alentar a más viticultores a adoptar estas prácticas. Por lo tanto, es clave que los actores de la industria, los investigadores y los responsables de la formulación de políticas trabajen juntos para identificar los beneficios y los desafíos que enfrentan los viticultores al implementar prácticas regenerativas a largo plazo y ampliarlas, a fin de dirigir mejor el apoyo necesario”.
“La viticultura y la agricultura regenerativa tienen como objetivo reconstruir la complejidad y la salud del suelo agrícola en relación con el trabajo con la naturaleza, y su gran cantidad de componentes que interactúan, en lugar de trabajar contra ella”, explicó la referida investigadora postdoctoral. Al hacerlo, la viticultura regenerativa puede promover la biodiversidad, mejorar servicios esenciales como la polinización, ayudar a abordar el cambio climático en las condiciones adecuadas mediante la absorción de carbono. Además, el movimiento regenerativo percibe a las comunidades humanas como parte de los sistemas naturales, cuyo bienestar debe ser tenido en cuenta. Por lo tanto, las prácticas regenerativas también pueden proporcionar beneficios sociales”.
También explica Engstrom que se pueden implementar una serie “de prácticas, como de mínima labranza o no labranza, que reducen el nivel de perturbación de los organismos del suelo y sus interacciones, junto con la reducción del uso de pesticidas y fertilizantes de síntesis química, que tienen un impacto ambiental sustancial tanto en la etapa de producción como en la de uso. También puede implicar el uso de cultivos de cobertura y agrosilvicultura, también conocida como vitivinicultura en el contexto de la viticultura, que pueden mejorar la estructura y la humedad del suelo, el compostaje, que vuelve a aportar nutrientes al suelo, y el pastoreo de animales, que ayuda a controlar las malas hierbas”.
“La viticultura regenerativa significa trabajar con la naturaleza y, por lo tanto, con las condiciones del entorno en el que se encuentra”, dice Ebba Engstrom, en cuya evaluación expone: “Lo que puede funcionar bien en un lugar puede no tener el mismo nivel de beneficios en otro. Tener en cuenta el contexto y qué combinación de prácticas regenerativas implementar se vuelve aún más complicado cuando los viticultores tienen que asegurar suficientes ingresos financieros de sus cultivos. Por ejemplo, una pregunta, que se discutió especialmente durante el curso, fue la de cómo manejar las malas hierbas en los viñedos y si es mejor o peor, desde un punto de vista regenerativo, usar herbicidas o cultivar la tierra. Ambos tienen sus desventajas. El cultivo de la tierra perturba los suelos, y los herbicidas pueden tener un impacto negativo en la biodiversidad y en la salud humana, y ambos impactos deben evaluarse entre sí”.
También dice Ebba Engstrom que, frente a la necesidad de generar suficientes ingresos financieros a partir de un cultivo, “también está la cuestión de cómo garantizar la continuidad de las prácticas regenerativas y cómo ampliarlas. Aunque la agricultura regenerativa tiene como objetivo garantizar la estabilidad económica a largo plazo, siempre habrá variaciones en los resultados de rendimiento de un año a otro”.
“Cuando las condiciones son difíciles, mantener ciertas prácticas regenerativas, como minimizar los pesticidas, podría ser un desafío, especialmente cuando otras soluciones que pueden asegurar los rendimientos pero no mejoran la salud a largo plazo del medio ambiente circundante, están fácilmente disponibles y se han utilizado antes, con resultados exitosos, en dichos sistemas vitivinícolas. Además, dentro de un sistema vitivinícola, los practicantes pueden estar dispuestos a probar prácticas regenerativas para una cierta parte de su producción, pero desconfían de los riesgos de confiar en ellas para todo su sistema”, destaca la investigadora postdoctoral Science and Solutions for a Changing Planet Doctoral Training Partnership.