En una operación sin precedentes en el Hospital Dr. Hernán Henríquez de Temuco, un equipo médico multidisciplinario llevó a cabo una cesárea planificada para salvar tanto la vida de una madre con una patología cardíaca severa como la de su bebé, quien estaba en peligro debido a la condición de la madre quien fue derivada desde el Hospital de Puerto Montt con patología de Fallot, una compleja y grave malformación congénita del corazón.
El equipo médico, compuesto por médicos cardiólogos adultos, neonatólogos, obstetras, cardiocirujanos y anestesistas, trabajó en conjunto para planificar y ejecutar la intervención quirúrgica que tuvo lugar a las 28 semanas de gestación. La decisión de intervenir el embarazo en este punto específico fue tomada por una junta médica, considerando los riesgos tanto para la madre como para el feto.
El Dr. Juan Contreras, cirujano cardíaco y líder en cardiopatía congénita, explicó que “se trata de una paciente con una cardiopatía congénita cianótica compleja, quien quedó embarazada a pesar de la contraindicación médica. Derivada al equipo de Temuco, se realizó una evaluación multidisciplinaria y se planificó una cesárea que tuvo algunos requisitos especiales en el pabellón incluyendo ECMO en caso de rescate”. Destacó que “gracias a una visión global se pudo atender a una paciente del sur de Chile que por otros medios tendría que haberse ido a Santiago y, probablemente, recibir el mismo tratamiento”.
Para el Dr. Juan Molina Paredes, cardiólogo pediatra y líder de la UPC pediátrica, este fue un caso desafiante ya que, por su compleja cardiopatía, representaba un alto riesgo para ella y su bebé. Señaló que “las complicaciones obstétricas que enfrentan estas pacientes, van desde abortos espontáneos hasta descompensaciones maternas, por lo que se evaluó minuciosamente el caso. Molina destaca la frecuencia de las cardiopatías congénitas en adultos con embarazos que, a menudo, terminan prematuramente para evitar riesgos”.
ÉXITO
Desde su experiencia con una cardiopatía congénita, la joven madre de 29 años, relata que fue desahuciada desde niña por lo que, desafiando las expectativas, decidió continuar con su embarazo a pesar de los riesgos inherentes a su salud. “Me hospitalizaron a las 12 semanas en Puerto Montt, desde ahí nos derivaron a Santiago primero y luego acá. Llegué a las 26 o 27 semanas, no recuerdo bien. Y luego de eso me dejaron hospitalizada. Formaron una junta médica para ver cuándo iban a hacer la interrupción del embarazo. Pero en este caso ya para sacar al bebé. Que nació el 30 de mayo a las 28 semanas”.
A pesar de las complicaciones asociadas con su condición cardíaca, la operación fue llevada a cabo con éxito, permitiendo el nacimiento del bebé en condiciones controladas.
El jefe de la UPC Neonatal, Andrés Román, detalló el estado del recién nacido señalando que es un prematuro de 28 semanas, pesó 1160 gramos y presenta una enfermedad de membrana hialina severa, comunes en bebés prematuros. Actualmente, se encuentra en ventilación mecánica, aunque está progresivamente estabilizándose. Aclara que “las complicaciones son exclusivamente por la prematurez, no por la condición de la madre. Afortunadamente, el bebé está estable y se espera retirar la ventilación en los próximos días”.
Desde la perspectiva de la anestesióloga Lorena Basso, el caso de la paciente con tetralogía de Fallot durante el embarazo representó un desafío sin precedentes. En estas circunstancias, la seguridad de la paciente era la prioridad absoluta, dada la alta mortalidad asociada con esta condición no corregida y el embarazo. Destacó el enfoque colaborativo en la preparación, la seguridad del paciente y la interconexión entre especialistas en situaciones de alta complejidad. “Este caso ejemplifica cómo los avances en medicina permiten enfrentar desafíos cada vez más complejos y subraya la importancia de que los hospitales de alta complejidad estén preparados para manejar casos como este”.
El médico materno-fetal, Sebastián Martínez, enfatizó la dificultad de la situación al enfrentarse a la necesidad de garantizar la seguridad de ambos pacientes: un bebé sano y una madre con afecciones cardíacas. En un esfuerzo por minimizar los riesgos, se llevó a cabo una consulta multidisciplinaria y cuyo objetivo era alcanzar un consenso que asegurara la supervivencia del bebé sin comprometer la salud de la madre. “Logramos encontrar un equilibrio delicado entre preservar la vida del bebé y mitigar los riesgos para la madre”.
Para el director del Hospital, Heber Rickenberg Torrejón, es un orgullo lo realizado por este equipo médico que permitió realizar una cesárea planificada “salvando tanto la vida de la madre con una patología cardíaca severa como la de su bebé en peligro”. Agregó que “este hito médico no habría sido posible sin la dedicación y el compromiso de nuestros profesionales de la salud, quienes demostraron una vez más su capacidad para enfrentar desafíos complejos y salvar vidas, demostrando el espíritu de trabajo en equipo y la colaboración”.