Entre lágrimas, sus camaradas de la Segunda Compañía despidieron los restos mortales del bombero honorario del Cuerpo de Bomberos de Temuco, José Saldaña Alveal, fallecido el pasado 30 de diciembre.
El voluntario había viajado con su familia hasta una parcela ubicada entre Villarrica y Pucón, con la finalidad de dar la bienvenida al Año Nuevo en la zona lacustre, pero el destino quiso otra cosa.
En la mañana del lunes alcanzó a sentir algunos malestares y repentinamente se desplomó víctima de un fulminante infarto cardiaco, a los 61 años de edad.
Cuando el personal del Samu llegó hasta aquel sector rural, nada pudo hacer por salvarle la vida y debió constatar su inesperado deceso.
La noticia no solamente dejó devastada a su familia, sino que también caló hondo en las filas segundinas y todavía en shock, algunos de sus camaradas viajaron para acompañar a sus parientes y escoltar el retorno de sus restos hasta Temuco, durante la tarde de ese mismo día.
En forma espontánea, personal de Bomberos de Freire salió al paso del cortejo, entregando su homenaje de despedida al camarada que partió de la existencia terrenal.
En el cuartel de la Segunda Compañía de Temuco era esperado por el resto de sus compañeros y también por bomberos honorarios de otras compañías temuquenses, quienes le hicieron una guardia de honor al féretro.
Entre el ulular lastimero de la sirena de su querido cuartel de la Segunda, fueron recibidos los restos de Saldaña, en medio de un ambiente de suma congoja, más aún tomando en cuenta que se trataba de fechas donde normalmente las familias celebran la llegada de un nuevo año.
En la tarde de este martes 31 de diciembre, la totalidad del Cuerpo de Bomberos lo esperaba en el interior del cementerio Parque del Sendero de Temuco, para darle el último adiós a este voluntario, que había ingresado en 1977 a la Segunda Compañía, donde desempeñó cargos como teniente primero, segundo, tercero y capitán, pero donde más se le recuerda es como inspector de material mayor, tanto del Cuerpo de Bomberos de Temuco, como jefe de máquinas en su compañía, cargos que desempeñó durante gran parte de su carrera bomberil.
Hasta el día de su fallecimiento, era el encargado de mantener mecánicamente y conducir el carrobomba reliquia de la Segunda Compañía, máquina que paradojalmente, es la encargada de llevar al camposanto los féretros de la mayoría de los bomberos.
EMOTIVA DESPEDIDA
En el cementerio, no solamente la familia sufría y lloraba su partida. También sus camaradas, especialmente los más antiguos, poco pudieron disimular las lágrimas de dolor, debido a que se trataba de un bombero activo, a quien veían constantemente en el cuartel, no sólo en emergencias, sino también acudiendo a todas las sesiones formales y también a reuniones informales de camaradería y que incluso, en esta Navidad había estado conduciendo la reliquia, paseando a los hijos de sus camaradas en la celebración navideña de los niños segundinos, por lo que no se resignaban a su inesperada partida.
Armin Llanos, secretario general del Cuerpo de Bomberos de Temuco, despidió los restos mortales y dijo que Saldaña se destacó “por ser un bombero disciplinado y amante de su institución, y también de su Segunda Compañía”.
“El destino nos ha jugado una mala pasada, al tener que despedir a un cofrade. Un hombre honesto, con espíritu de servicio y generosidad sin límites, que pertenecía a esa selecta elite de voluntarios que guardan todas las tradiciones de nuestra compañía y del Cuerpo de Bomberos”, dijo su compañero honorario segundino, Leopoldo Aravena, en la despedida realizada en el camposanto, resaltando además su dedicación por el buen estado de las máquinas, lo que permitió que pudieran trabajar en buenas condiciones en innumerables emergencias.
Finalmente, el vicesuperintendente del Cuerpo de Bomberos de Temuco, Alfredo Lassalle, recordó que junto a su trabajo durante muchos periodos a cargo de las máquinas institucionales, Saldaña también integró alguna vez el Grupo de Rescate Subacuático de la institución, en la época en que esta especialidad recién se consolidaba en su trabajo en favor de quienes se accidentan o fallecen en ríos y lagos, siendo además el iniciador del sistema de registro y estadísticas del material mayor.
Asimismo, lo calificó como un hombre generoso, que nunca negó compartir sus conocimientos con los bomberos que recién aprendían a operar los vehículos institucionales, además rememoró su gallardía cuando actuaba como portaestandarte, calificándolo como un auténtico servidor público y “caballero del fuego”.