Escribe: Raúl Bustos Zavala, presidente nacional de Bomberos de Chile.
En Chile, día a día, sirven a sus comunidades más de 50 mil bomberos voluntarios, desde Arica a Puerto Williams. Para ser aún más precisos, desde Putre a Puerto Toro.
En la nortina localidad, una brigada integrada por habitantes locales de etnia aymara, el profesor de su única escuela, funcionarios de su aislada posta, personal municipal, militares, carabineros, y un puñado de sacrificados vecinos, dejan sus profesiones y oficios, y visten la cotona y el casco, salvando vidas y bienes, formando parte de lo que el país conoce como Bomberos de Chile. En Puerto Toro, donde nuestro Chile prácticamente termina –o comienza–, como dicen los habitantes de Isla Navarino, -agregando que todo esta en la forma como se mire- una única bombera realiza su labor, habilitando su propia casa como Cuartel y centro de comunicaciones ante cualquier emergencia, constituyéndose en una extensión del servicio público de bomberos con base en Puerto Williams.
Bomberos, a diferencia de otras instituciones de servicio público en el país, no fue creada por ley. Parece anecdótico que el primer cuerpo legal que nos reconoció a nivel nacional fuese la Ley Nº14.866 de 1962, que estableció el “Día Nacional del Bombero”, fijándolo el día 30 de junio de cada año, en conmemoración de la fundación en Valparaíso, del primer Cuerpo de Bomberos del país, un día como el referido, de 1851. Debiera sorprendernos aún más, que solo ayer, en el año 2012, el Estado de Chile promulgase una Ley que abordase, en escasos catorce artículos, el “Sistema Nacional de Bomberos”, Ley Nº 20.564, que todos conocemos con el ambicioso nombre de “Ley Marco de Bomberos de Chile”.
Los bomberos en Chile nacieron por voluntad de las propias comunidades a las que día a día sirven, de los propios vecinos, constituyéndose en un pilar republicano, de la cual todos sus habitantes se sienten orgullosos y admirados, sentimientos que bien podríamos calificar como “autorreferentes”, pues si nos detenemos a analizar su orgánica, los bomberos son en sí, el fiel espejo de lo que son las comunidades a las que protegen.
Existía hace unos años una empresa privada que otorgaba un premio a lo esencialmente chileno, y estimo que los Bomberos podrían obtener eternamente dicho galardón, pues que mas chileno que sus bomberos, con características tan únicas en Chile, que los distinguen y diferencias de todo servicio similar existente en el mundo.
Hoy vivimos tiempos difíciles y complejos, saliendo de un estallido social, navegamos en una pandemia que nos tiene a todos inmersos en la incertidumbre de lo que nos deparará el futuro. Los Bomberos, en unas u otras circunstancias, continúan sirviendo, no obstante, lo duro de estas vivencias, exponiéndose constantemente, corriendo los riesgos que ello implica, incluyendo su propia integridad, por cierto.
Leo, como si fuera hoy, una memoria redactada por un Cuerpo de Bomberos en 1887, que, dando cuenta de sus servicios, nos relaciona la epidemia de cólera que afectó al país en los inicios del gobierno del Presidente Manuel Balmaceda, indicando que “Se transformaron las “Golondrinas” en ambulancias, pero cuando tuvieron listos los carruajes, caballos, y aperos, no se encontró a quien quisiera servir de cochero a pesar de los buenos sueldos ofrecidos. Ante tal circunstancia los bomberos ocuparon los pescantes hasta que volvió la confianza a los cocheros habituales. Durante los mas de cuatro meses que duró la emergencia, los bomberos tuvieron que desplegar esfuerzo en un terreno desconocido y es así que realizaron todo tipo de actividades, como camilleros, trasladando enfermos, llevando médicos y medicamentos a los lugares apartados y afectados con la peste (…) fueron guardianes, colaboraron con el aislamiento de los que ya habían contraído el mal y dieron amparo al sin número de víctimas carentes de recursos y abatidos por el infortunio. Ayudaron también en las penosas labores de sepultaciones, en los cementerios especializados autorizados por el Gobierno para los muertos por el cólera morbus, los que ascendieron a 2.079 personas, cantidad muy elevada si se considera que la población de Chile en esa época se estimaba en 2.136.027 habitantes. El descanso llegó sólo cuando la calma nuevamente volvió a la ciudad”.
A 169 años de la fundación de Bomberos de Chile, el sentido de ser bombero en nuestro país, nos llama a reflexionar necesariamente sobre esta noble labor, y si quien escribe, fuese alguien externo a bomberos, concluiría que hay algo mas que la sola vocación de servicio público que les anima, lo que hace que los cincuenta mil bomberos y bomberas de que hablo, expongan sus vidas día a día; que existe algo mas que los lleve a “ocupar los pescantes” de las distintas acciones que estos realizan en pos de salvar la vida y bienes de la población, que va, a veces, incluso mas allá de las que le son naturalmente atribuibles y que en el imaginario colectivo se reducen a extinguir incendios.
En tiempos de pandemia, otro libro me da la respuesta, también de otra época, que relata otra pandemia, en otro lugar, que me deja con esa sensación de que todo se repite y que lo que creemos circunstancial, esta siempre asociado a nuestras vidas.
Albert Camus, en su célebre obra “La Peste”, hoy por muchos increíblemente vigente y desempolvada de los estantes de una vieja biblioteca, da en el clavo:
“…Ya lo ve. Y es usted capaz de morir por una idea, esto está claro. Bueno: estoy harto de la gente que muere por una idea. Yo no creo en el heroísmo: sé que eso es muy fácil, y he llegado a convencerme de que en el fondo es criminal. Lo que me interesa es que uno viva y muera por lo que ama.”. –
El sentido de ser bombero en Chile precisamente es que estos “viven y mueren por lo que aman”, por las personas a las que profesional y voluntariamente protegen, sin mas recompensa que la íntima satisfacción de servir. Esto no es nuevo, ya lo exigían las primeras convocatorias a los habitantes de Valparaíso en junio de 1851 para pertenecer a la institución, cuando se decía que el principal requisito para pertenecer a la incipiente Asociación Contra Incendios porteña era “seguir los impulsos del corazón y tener el propósito de hacer el bien sin mas recompensa que la íntima satisfacción”.
Hoy, a 169 años de aquella fundación, 50 mil bomberos y bomberas viven y mueren por lo que aman, haciendo el bien, sin mas recompensa que la íntima satisfacción del deber cumplido.
El impulso es el mismo, todo lo demás será pasajero.
Feliz aniversario Bomberos y Bomberas de Chile.