Escribe: Jairo Hott, director de Numik y Hermética y miembro del directorio de Araucanía Digital.
Un Living Lab es un modelo de desarrollo territorial articulado en función de cuatro hélices: Estado, Sector privado (y fondos de inversión), Academia y Sociedad Civil.
Estos actores se articulan y participan activamente con el propósito de lograr su propio desarrollo, propiciando la generación de Innovación abierta, la co-creación y validación de soluciones tecnológicas que necesitan los habitantes de su propio territorio.
Al analizar esta ya clásica definición de lo que es un Living Lab y tal como lo hacíamos en aquella ya clásica actividad que nos entretenía en los diarios de antaño, “encontrar las diferencias”.
Es evidente que son muy pocas. Tal como grafica su sitio web, Araucanía Digital es una inédita iniciativa que ha logrado articular con un fin común, a los principales actores del mundo público, privado, académico y de la sociedad civil.
En un living lab está permitido el error, se migra desde los laboratorios artificiales a los contextos de la vida real. Implica reformular las nociones clásicas de Innovación, convocando a los diferentes actores sociales a participar de ella, en un proceso donde la digitalización juega un rol fundamental.
Un Living Lab convoca, y tiene como deber el contar sus avances al mundo, transmitir la forma en que se piensa transformar su contexto y así también el mundo.
El pasado 7 y 8 de octubre se generó una vitrina digital que convocó a los más relevantes actores de Latinoamérica, quienes analizaron el fenómeno transformacional impulsado por Araucanía Digital.
El Summit de Araucanía Digital mostró al mundo que desde la periferia es posible generar desarrollo a través de la articulación de actores, la innovación y la tecnología.
Si bien es un gran paso para avanzar en un modelo de desarrollo basado en tecnologías, es necesario transformar cada vez más a los espectadores de este fenómeno, en protagonistas.