Escribe: Norman Moreno, doctor en Recursos Naturales y académico de la Universidad Mayor sede Temuco.
El cambio climático está afectando a todos los países, en todos los continentes. Está alterando las economías nacionales y afectando la vida de cada persona en el planeta. Eventos climáticos extremos se vuelven cada vez más recurrentes y el impacto del aumento de temperaturas modifica los climas de extensos territorios.
Aunque el receso abierto por la pandemia del coronavirus reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero en alrededor de un 6% para este 2020, esa mejora será solo temporal. Con certeza, las emisiones contaminantes aumentarán una vez superada la pandemia.
Aquí, entonces, es clave el rol que pueden tener las comunidades locales y los pueblos indígenas, pues, desde mi perspectiva, poseen dos importantes y reconocidas características que hacen de ellos agentes clave para la mitigación del cambio climático y la adaptación a sus efectos: primero, son capaces de establecer y desarrollar un sistema económico basado en la utilización de recursos locales y, segundo, poseen conocimientos únicos sobre el comportamiento de su entorno natural.
La consideración de los pueblos indígenas no es menor, no solo en la escala local, también en la planetaria. Estos pueblos representan más de 350 millones de personas en todo el mundo y en Chile más de 2 millones se reconoce como perteneciente a un pueblo originario.
Algo más, el conocimiento indígena tiene un punto a favor respecto al conocimiento científico, funciona en una escala espacial y temporal más fina, lo que le permite una mejor comprensión, respuesta y adaptación a la variabilidad ambiental.
Seguramente el conocimiento indígena y el conocimiento científico pueden complementarse de manera efectiva. Al trabajar a nivel regional, nacional y mundial, podremos fortalecernos como comunidad científica con los conocimientos de los pueblos indígenas y las comunidades locales podrán hacerlo con el aporte de la ciencia. Promover un trabajo colaborativo interdisciplinario con comunidades indígenas, científicos, legisladores y, por qué no, empresarios privados que comprendan esta dinámica, debiera ser el camino lógico y urgente para la adaptación y mitigación del cambio climático.