Escribe: Javier Huiliñir Curío, docente Formación e Identidad, Santo Tomás, sede Temuco.
El contexto de pandemia que experimentamos como sociedad ha provocado diversos cambios en lo cotidiano de nuestras vidas, posibilitando poder reflexionar respecto a temas que quizás anteriormente no eran de atención. Considerando lo anterior, el retorno a la presencialidad en este nuevo año 2022 en lo ámbitos educacionales, laborales y sociales, tiene consigo el uso de mascarillas que no permite identificar con claridad lo que conocemos como el rostro humano.
Cuando hacemos referencia al rostro humano, son varias las teorías que nos explican con detalle su definición, importancia, incluso el por qué es importante su comprensión en los tiempos actuales. Emanuel Levinas, filósofo francés en su escrito “totalidad e infinito” menciona respecto al rostro humano lo siguiente: “El modo por el cual se presenta el Otro, que supera la idea de lo Otro en mí, lo llamamos, en efecto, rostro. Este modo no consiste en figurar como tema ante mi mirada, en exponerse como un conjunto de cualidades formando una imagen”.
A partir de esta definición podemos señalar que cuando hablamos del rostro humano, estamos disponiéndonos a conectar con un OTRO, es decir, una persona que al igual que YO tiene una mirada, expresiones, facciones y un color de piel. Esta conexión, tiene directa relación con la mirada, generando una primera impresión de alguien que es exterior a mí, con varios rasgos físicos posibles de identificar y ayudan a configurar una imagen de ese OTRO. Pero, más relevante aún, el rostro humano nos ayuda a comprender la diversidad de personas que habitamos los distintos contextos y aunque podamos tener rasgos similares, somos diferentes.
El rostro humano no es algo accesorio o intrascendente en la persona, por el contrario, cada rostro humano refleja territorialidad y memoria. En efecto, toda burla que hace referencia al rostro humano (defecto o color de piel) es reflejo de la incomprensión que manifestamos como personas o sociedades frente a un OTRO que es parte de nuestro diario vivir o personas que llegan por distintos motivos a ser parte de nuestros contextos por motivos laborales-económicos y poseen un rostro distinto al nuestro. Por lo tanto, al observar y maravillarnos de las diferencias de los rostros humanos con los que nos encontramos en lo diario de nuestras vidas, estamos aceptando, entendiendo y respetando a un OTRO.