Escribe: Manuel Alarcón Hormazábal, director de la Escuela de Nutrición y Dietética UST Temuco.
Solo en temperaturas extremas -bajo cero- nuestro organismo necesita un aporte energético mayor durante el invierno para mantener una temperatura corporal adecuada, es decir, de entre 36,5°C y 37°C.
Salvo algunas excepciones, la población no esta tan expuesta a este tipo de frío, ya sea por la cantidad de ropa con que se abriga, por contar con ambientes calefaccionados, entre otros. En este contexto, si bien es cierto que sentimos la necesidad de alimentos calóricos, esto se debe a distintas variables que se suman al frío, como las tradiciones, percepciones y los gustos.
La selección de alimentos muy calóricos puede hacernos subir de peso durante el invierno, por lo que la sugerencia siempre es a mantener una dieta equilibrada; por ello, se debe tener cuidado con el exceso de grasas y carbohidratos contenidas en preparaciones como sopaipillas, pan amasado, papas y embutidos. Todo se puede comer, pero con moderación.
Como siempre digo: cada estación tiene alimentos con propiedades que nos ayudan a mantener un equilibrio. Por ejemplo, en esta época tenemos disponibilidad de les cítricos, como la naranja y mandarinas, altos en vitamina C que fortalecen nuestro sistema inmunológico y nos preparan para enfrentar las bajas temperaturas y los constantes resfríos. Otros alimentos son los frutos secos, los cuales -aunque duran todo el año- son típicos de otoño, como es el caso de las avellanas en nuestra zona, que contienen bastantes calorías que ayudan a mantener la temperatura corporal adecuada a pesar de las bajas temperaturas exteriores.
Además, las avellanas poseen propiedades nutricionales interesantes de conocer: son ricas en proteínas y en ácidos grasos insaturados como el Omega 3 y 6, en vitaminas E y del grupo B. Por supuesto que deben consumirse con moderación, para no subir de peso.